-Marilú Navarro
La historia es bien conocida. Jesús se acerca a una mujer samaritana para pedirle de beber. Ella sorprendida casi no puede dar crédito a sus oídos por tan extraña petición. Se inicia entonces un diálogo intenso y profundo acerca de lo que significa adorar a Dios, en una secuencia inusitada: el agua viva, los cinco maridos, el lugar de adoración…y así hasta la identificación de Jesús como el Mesías prometido.
Encontramos en este bello pasaje varias declaraciones que resultan reveladoras sobre la verdadera adoración:
• La verdadera adoración se da sobre la base de una vida enteramente transformada. (V.14)
• La verdadera adoración no depende del lugar donde se realice, ni de las posturas externas. (V.21)
• La verdadera adoración debe hacerse en espíritu y en verdad.(V.24)
Jesús es la verdad y nuestra relación honesta y auténtica con él, expresada en una vida comprometida con su Reino de paz y justicia hace posible que el Padre nos considere como los adoradores que busca.
noviembre 17, 2006
noviembre 08, 2006
¡Esa nariz tan sucia!
- David Ross -
Siempre sucede cuando llevo prisa: me doy cuenta de que olvidé algo en el estudio de mi casa; puede ser mi billetera, mi celular o las llaves. Lo peor del caso es que debo pasar por el patio para llegar al estudio. Para quienes no conocen mi casa, en el patio trasero habita una fiera alocada llamada Sasha. Son cerca de 60 libras de pura energía, alegría y emoción manifestadas en una husky siberiana, la cual casi siempre tiene la nariz bastante sucia. Cruzar el patio sin que esa nariz llena de tierra no entre en contacto con mis pantalones recién lavados o con mi camisa blanca, es casi imposible. Pero bueno, es parte del precio que se debe pagar junto con las cosas buenas que hay cuando se tiene un perro en casa.
Ser cristiano también tiene un precio, así como el acto de adorar a Dios requiere también de un esfuerzo. Claro que no pretendo comparar la vida de un cristiano, o el acto de adorar a Dios, con el hecho de convivir con un perro. El regalo de poder adorar a Dios es una gran bendición, pero también se necesita dedicación de nuestra parte.
La adoración se puede llevar a cabo de muchas maneras y en muchos lugares; sea cantando, orando, sometiéndonos a la voluntad de Dios, o simplemente mostrando el amor de Dios a los demás. Y este último ejemplo suele ser uno de los que más nos cuesta poner en práctica, ya que el preocuparnos por los demás e involucrarnos con ellos puede hacer que nos "embarremos" un poco. Sin embargo, este acto de "embarrarnos" con los problemas y asuntos de nuestros hermanos y hermanas puede ser de gran bendición pues nos da una oportunidad para servir y mostrar el amor de Cristo vivo en nosotros. Además recordemos que un algún momento, tarde o temprano, nosotros seremos -o ya hemos sido- los de las narices sucias, que "embarramos" a los que están cerca.
Por ese gran amor fue que Jesús vino a este mundo, para vivir con nosotros y "embarrarse" con nuestros problemas y necesidades hasta el punto de morir en la cruz. ¡Qué naricitas tan sucias las nuestras! Pero aun más impactante, ¡que amor tan profundo el de nuestro Dios!
Siempre sucede cuando llevo prisa: me doy cuenta de que olvidé algo en el estudio de mi casa; puede ser mi billetera, mi celular o las llaves. Lo peor del caso es que debo pasar por el patio para llegar al estudio. Para quienes no conocen mi casa, en el patio trasero habita una fiera alocada llamada Sasha. Son cerca de 60 libras de pura energía, alegría y emoción manifestadas en una husky siberiana, la cual casi siempre tiene la nariz bastante sucia. Cruzar el patio sin que esa nariz llena de tierra no entre en contacto con mis pantalones recién lavados o con mi camisa blanca, es casi imposible. Pero bueno, es parte del precio que se debe pagar junto con las cosas buenas que hay cuando se tiene un perro en casa.
Ser cristiano también tiene un precio, así como el acto de adorar a Dios requiere también de un esfuerzo. Claro que no pretendo comparar la vida de un cristiano, o el acto de adorar a Dios, con el hecho de convivir con un perro. El regalo de poder adorar a Dios es una gran bendición, pero también se necesita dedicación de nuestra parte.
La adoración se puede llevar a cabo de muchas maneras y en muchos lugares; sea cantando, orando, sometiéndonos a la voluntad de Dios, o simplemente mostrando el amor de Dios a los demás. Y este último ejemplo suele ser uno de los que más nos cuesta poner en práctica, ya que el preocuparnos por los demás e involucrarnos con ellos puede hacer que nos "embarremos" un poco. Sin embargo, este acto de "embarrarnos" con los problemas y asuntos de nuestros hermanos y hermanas puede ser de gran bendición pues nos da una oportunidad para servir y mostrar el amor de Cristo vivo en nosotros. Además recordemos que un algún momento, tarde o temprano, nosotros seremos -o ya hemos sido- los de las narices sucias, que "embarramos" a los que están cerca.
Por ese gran amor fue que Jesús vino a este mundo, para vivir con nosotros y "embarrarse" con nuestros problemas y necesidades hasta el punto de morir en la cruz. ¡Qué naricitas tan sucias las nuestras! Pero aun más impactante, ¡que amor tan profundo el de nuestro Dios!
noviembre 02, 2006
Mirando a Jesús para Crecer
- Bernal Chaves -
En cada área de la vida existen buenos y malos modelos a seguir. Los partidos políticos en todos los países tratan de poner como líderes a personas que al criterio de ellos sirvan de modelo y ejemplo a las nuevas generaciones, para que les ayuden a lograr grandes cosas. La humanidad, a través de los siglos, ha buscado en quién poner los ojos.
Hay quienes ponen su mirada en los aspectos tecnológicos y nuevas invenciones. Algunos miran a figuras de la música y el arte; otros se fijan en deportistas. Están los que ponen los ojos en científicos que han heredado mucho conocimiento a través de investigaciones y estudio.
Desde mi niñez he tenido la bendición de conocer a hombres y mujeres dedicados al servicio de Dios, y a través de ellos y ellas yo tuve la oportunidad de conocer más de Dios porque algo tenían en común: tenían puestos sus ojos en Jesús y me enseñaron lo importante que es tenerle a Él como modelo en la vida cristiana.
Los grandes héroes de la fe del Antiguo Testamento, tanto hombres como mujeres, tenían sus ojos puestos en un Mesías prometido. El libro de Hebreos nos dice que Moisés tenía "la mirada puesta en el galardón" y que no tuvo temor, porque se sostuvo como viendo al invisible.
Los escritores de los Evangelios y del Nuevo Testamento tenían sus ojos puestos en Jesús y por está razón respondieron a su llamado dejando su vida vieja y adquiriendo los retos que Jesús les presentó en su tiempo.
Hebreos 12:2 nos recuerda: "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe".
Pablo, en el libro de Filipenses, nos muestra a Jesús como el mejor ejemplo de consagración, en quien nosotros podemos poner nuestra mirada en el diario vivir y en el caminar de nuestra vida cristiana. Consideremos juntos algunos elementos que nos pueden ayudar a poner nuestra mirada en Jesús para perseverar en nuestra vida cristiana y en nuestro llamado personal a la consagración.
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