marzo 20, 2007

YO SOY EL BUEN PASTOR


San Juan 10.1-11
por Rodolfo Saborío

Con este título iniciamos hoy una serie de siete sermones sobre los YO SOY de Jesús.
La figura del pastor nos viene del Antiguo Testamento en donde el Salmo 23 es el paradigma total de confianza. Ahí encontramos un canto al descanso, a la paz, a la tranquilidad y a la esperanza. Este salmo ha sido para los pastores un oasis de confianza y esperanza en medio de las vicisitudes del pueblo de Dios. Quizás ha sido la porción bíblica más leida en el lecho de enfermedad en hospitales, asilos y hogares. Y en otras áreas (situaciones) en donde se viven momentos de angustias, temor y desamparo, también ha sido la palabra que reconforta y fortalece en medio del nerviosismo y del temor.
En la porción escogida en esta tarde el Señor se autodenomina ‘Yo soy el buen pastor’. En estos días en algunos círculos evangélicos llamarse pastor está en decadencia, está en picada, está en desuso. ¡Qué reconfortante volver los ojos al pasaje bíblico de hoy en donde el Maestro de maestros, Señor de señores, Señor de la Iglesia, e Hijo de Dios, se autodenomina ‘Yo soy el buen pastor’. Probablemente, en esos círculos la tarea del pastor se hace muy pesada y es más llamativo y cómodo llamarse apóstol, profeta, y por qué no, hasta patriarca.
La tarea del buen pastor conlleva el serio trabajo de conocer en forma profunda a las ovejas, llamarlas por nombre, acompañarlas, orientarlas, e ir siempre delante de ellas. Y esto conlleva (acarrea) dedicación, entrega, servicio y hasta sacrificio. Esto, muchas veces, no es atractivo ni retador. Pero Jesús, el buen pastor, vivió con intensidad su propia autodefinición, hasta dar su vida por las ovejas. ¡Maravilloso ejemplo a seguir!

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